lunes, 28 de marzo de 2011

Cuando los errores son imperdonables

Quizá cada que usted lee algún texto, ya sea un libro, periódico, revista o algo parecido, que tenga alguna falta de ortografía se preguntará quién habrá sido el culpable.  En casos como este en donde los errores se hacen evidentes en  miles de copias reproducidas, se recuerda la labor del corrector de estilo, aquel que pasa horas y horas tras un texto revisando que esté escrito correctamente y que tenga una escritura gramatical lógica.

En el texto titulado “Correctores de estilo” publicado en la revista Quehacer editorial, Camilo Ayala Ochoa destaca la función de estos personajes, la cual pasa inadvertida a menos de que algún error los ponga en evidencia. Además que plantea algo que me parece fundamental y que desde mi punto de vista dificulta esta tarea, el hecho de respetar al autor, es decir, no alterar las ideas de éste y no cambiar el sentido en el momento de corregirlas.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como editora de libros tiene un tiraje anual que sobrepasa el millón y medio de ejemplares, según lo señala Ayala Ochoa, por lo que se sitúa como una institución que forma además de estudiantes, a editores, correctores de estilo, diseñadores y traductores, ante tal cantidad de textos editados.

Alejandro Zenker en el texto “Día del corrector: de cómo se puede vivir sin correctores, pero qué siguen siendo imprescindibles” señala que con el desarrollo de la tecnología y la rapidez para la publicación de un libro, la labor del corrector se ha devaluado. Actualmente se escriben enormes cantidades de textos y tal parece que no alcanzan correctores de estilo para corregirlos, si bien la tecnología los ha ayudado a su labor, no la sustituye.

Bibliografía:
Ayala Ochoa, Camilo, "Correctores de estilo", en Quehacer editorial, núm. 8, p. 7 - 22.
Zenker, Alejandro, "Día del corrector, de cómo se puede vivir sin correctores, pero por qué siguen siendo imprescindibles" en Quehacer editorial, núm. 8, p. 23 - 27. 


miércoles, 2 de marzo de 2011

De cómo materializar una idea en un libro

La enorme tarea de un editor, de acuerdo con Datus C. Smith en Guía para la publicación de libros, no sólo cosiste en prever gastos y ganancias para su casa editorial, sino que con la finalidad de dar un buen servicio a los lectores tiene la función de encontrar los mejores manuscritos, además de estimular la creación de éstos. 

Un manuscrito debe ser evaluado por el editor, si usted desea publicar un libro, antes de enviar un texto a una empresa editorial debe tener en cuenta la linea editorial de ésta, es claro que un libro de medicina no será publicado por una empresa que edita libros de cocina, por ello este aspecto es fundamental.

Si el manuscrito pasa la prueba esté será leído por todo el equipo editorial, para intentar determinar si su texto es bueno y viable como para ser impreso. De ser necesario, su texto puede ser evaluado por un consultor, quien a cambio de determinada cantidad, se encargará de evaluar el escrito en cuanto al estilo literario u otras cuestiones.

La labor del editor es difícil, pues necesita tener el olfato para evaluar qué textos podrían tener un futuro en el mercado, para su función se valen de diversas herramientas, como de la opinión del personal de la editorial, así como buscadores de textos quienes están atentos a nuevas creaciones, es importante tener sensibilidad, pues no siempre estamos frente a un García Márquez o el próximo Juan Rulfo.

Los premios literarios que son otorgados a algunos autores, pueden atraer la atención de los lectores, por ejemplo cuando Vargas Llosa ganó el Premio Nobel, mucha gente se acercó a sus libros, en muchas ocasiones los premios son organizados por la misma editorial, como es el caso de Alfaguara, cuyos ganadores han sido Xavier Velasco, Laura Restrepo, Luis Leante, entre otros y que estos estímulos ayudan a incrementar ventas.






Bibliografía
Datus C. Smith “4. Desarrollo editorial: de la idea al libro",  en Guía para la publicación de libros, UdeG/ASEDIES, México, 1991.